Pipilacha
Algo sucede en Madrid, y es Pipilacha. Hay restaurantes que llegan y no piden permiso para instalarse en la cumbre gastronómica de una ciudad, y este es el ejemplo perfecto. Ubicado en pleno Barrio de Salamanca, en él, sus regalados disfrutarán de una experiencia gastronómica marcada por la personalidad de Arán y Noé, dos cocineros jóvenes con una visión fresca y auténtica que han hecho de las flores el hilo conductor de una cocina sensible, creativa y conectada con la naturaleza. Con solo dieciséis plazas —ocho en barra, desde donde se vive la cocina de cerca, y ocho en mesa, con un punto más de intimidad—, todo en Pipilacha está pensado para que quien se siente disfrute de verdad: tiempos, ritmo, atención, intensidad, emoción. Pipilacha es uno de esos pocos restaurantes que marcan la tendencia y el cambio en una ciudad. Allí sus regalados acudirán a disfrutar y salir con la sensación de haber vivido algo que no se parece a nada más. Es sencillo. Regalar Pipilacha es decirle a alguien: “esto es lo que se mueve en Madrid ahora mismo; esto es lo que hay que vivir.” Un regalo con criterio, con gusto y con la seguridad de acertar de lleno. Aquí se viene a disfrutar, y punto.




